La fiebre, definida como el aumento de la temperatura corporal por encima de lo normal, no es una enfermedad en sí misma, sino un síntoma de que el organismo está respondiendo a una infección u otra causa. Según la doctora Cynthia Troncoso, pediatra de Hospiten Santo Domingo, es vital prestarle la debida atención cuando alcanza los 38 grados Celsius.
La especialista enfatizó que la fiebre en niños menores de 3 meses debe ser evaluada de urgencia por el alto riesgo de infecciones graves como sepsis, meningitis o infecciones urinarias.
Causas comunes de fiebre por edad
La Dra. Troncoso detalló las causas infecciosas más comunes de la fiebre:
- Lactantes (3 a 12 meses): Infecciones respiratorias, infecciones urinarias y otitis.
- Niños mayores: Infecciones respiratorias virales (resfriados, gripe), amigdalitis y gastroenteritis.
La fiebre es una respuesta natural del sistema inmunológico que dificulta la reproducción de virus y bacterias, activando mejor las defensas. Sin embargo, no toda fiebre es infecciosa; también puede ser causada por vacunación, alergias graves, enfermedades inflamatorias o autoinmunes y golpe de calor o deshidratación.
Consejos y errores comunes en casa
La pediatra de Hospiten destacó la importancia de observar síntomas acompañantes (tos, vómito, diarrea, dolor al orinar) para orientar el diagnóstico, ya que la fiebre por sí sola no lo establece.

Manejo correcto en casa:
- Medir la temperatura con un termómetro.
- Observar el estado general del niño (ánimo, hidratación, apetito, respiración).
- Mantener al niño hidratado y con ropa ligera.
Errores a evitar:
- Automedicar antibióticos sin indicación médica.
- Abrigar demasiado al niño (puede aumentar la temperatura).
- Usar alcohol o baños fríos.
- Dar dosis incorrectas de medicamentos.
Signos de alerta que requieren consulta médica inmediata
La Dra. Troncoso citó una lista de signos de alarma que ameritan llevar al niño al médico de inmediato:
- Fiebre en menores de 3 meses.
- Dificultad o rapidez en la respiración.
- Convulsiones.
- Somnolencia excesiva o dificultad para despertar.
- Irritabilidad o rigidez en el cuello.
- Dolor intenso de cabeza o vómitos persistentes.
- Cualquier signo de deshidratación.