SANTO DOMINGO, REPÚBLICA DOMINICANA. – El Ministro de Cultura de la República Dominicana ha generado un considerable debate al proyectar, durante un acto en Casa de América en Madrid, que la Feria Internacional del Libro aspira a alcanzar «un millón de visitantes» en su próxima edición, una cifra «superior al millón de visitantes por vez primera». Esta ambiciosa meta, que se desarrollaría del 25 de septiembre al 5 de octubre, implicaría 100,000 personas por día durante los diez días de duración de la feria, y ha provocado un análisis crítico sobre su viabilidad y las implicaciones para la credibilidad institucional.
El contexto demográfico y logístico: Cifras que invitan a la reflexión
Para poner esta proyección en perspectiva, consideremos la población estimada de la República Dominicana en 2025, que asciende a 11,520,487 personas. De este total, 1,608,567 dominicanos residen en el exterior (15.4%), dejando aproximadamente 9.9 millones de habitantes en el país. A esta cifra se suman unos 603,794 inmigrantes (5.78%), en su mayoría haitianos (86.5%), según datos de la ONU. Además, se estima una población indocumentada de aproximadamente 500,000 personas, que por diversas razones suelen evitar grandes eventos públicos. En total, hablamos de poco más de 10.5 millones de personas residiendo en el país.
El autor del análisis plantea que no todos tienen acceso o disposición para asistir a eventos culturales, ya sea por limitaciones económicas, de movilidad o por falta de interés.
Logísticamente, alcanzar una afluencia de 100,000 personas diarias durante un periodo en que también hay clases escolares y el transporte público ya opera con la demanda habitual de estudiantes y trabajadores, representa un desafío monumental:
- Transporte público: Para movilizar tan solo 50,000 personas diarias en autobuses, se requerirían al menos 1,000 unidades operando de forma continua y sin contratiempos. Si 30,000 personas llegaran en metro, implicaría una frecuencia y capacidad no reportada oficialmente, además de la ya existente demanda de estudiantes.
- Acceso particular: Los 20,000 restantes tendrían que llegar por cuenta propia (a pie, bicicleta, motocicleta, vehículos particulares), impulsados por una motivación cultural excepcional.
Mantener esta afluencia diaria durante diez días consecutivos, en medio del calor, las lluvias, el tráfico y los desafíos de infraestructura de Santo Domingo, y además, compitiendo con la logística diaria de un período escolar, representaría un «logro sin precedentes» y, hasta ahora, no documentado en la historia del evento.
El riesgo de medir la cultura con cifras grandilocuentes: Un análisis adicional
La cultura requiere apoyo, planificación y promoción, pero también exige veracidad y responsabilidad institucional. La proyección de un millón de visitantes, más allá de ser optimista, podría percibirse como una «afirmación prematura que debilita la credibilidad de los datos y opaca los logros reales» del evento.
Exagerar la participación cultural, según el análisis, «no enaltece el evento: lo distorsiona». Tampoco rinde justicia al «esfuerzo de autores, editores, libreros, gestores culturales y artistas que conocen el reto de convocar público genuinamente interesado en la lectura y el pensamiento».
Un aspecto clave a considerar es que, si bien las ferias del libro a menudo buscan atraer a las escuelas y universidades, esto también añade una capa de complejidad. El traslado masivo de estudiantes en días de clases requeriría una coordinación impecable con el Ministerio de Educación y las empresas de transporte, algo que no se suele anunciar con tanta antelación y detalle. La asistencia escolar, aunque valiosa, generalmente se traduce en visitas grupales controladas que no necesariamente elevan los números diarios de «visitantes únicos» a magnitudes tan elevadas.
El texto concluye enfatizando que «la verdad también forma parte de la cultura». Si hubo un error de cálculo, se sugiere que es conveniente enmendarlo. Si se trató de una proyección no verificada, sería sensato aclararlo, en aras de mantener la transparencia y la confianza en la gestión cultural del país.