La práctica regular de ejercicio es fundamental para la salud, pero las actividades de alto impacto (como correr o levantar pesas) pueden ser difíciles para quienes sufren de dolor, debilidad o problemas de movilidad. El ejercicio acuático emerge como una solución ideal para lograr fitness con un impacto significativamente menor en huesos y articulaciones.
Según Kimberly Olsen, especialista en Fisioterapia de Mayo Clinic, ejercitarse en el agua es una excelente manera de enfocarse en el entrenamiento con menor efecto de la gravedad. Esto se debe a tres propiedades clave del agua:
- Flotabilidad: Al ejercitarse en agua hasta la cintura, la flotabilidad reduce su peso corporal hasta en un 50%. Esto disminuye el estrés sobre las articulaciones que soportan el peso, permitiendo un ejercicio de bajo impacto.
- Soporte: El agua ofrece apoyo a personas con problemas de equilibrio y, al mismo tiempo, el movimiento constante del agua durante el entrenamiento desafía la estabilidad, mejorando el equilibrio.
- Resistencia: La viscosidad del agua ralentiza los movimientos y proporciona resistencia natural. Esto convierte el ejercicio acuático en un excelente entrenamiento de fuerza y resistencia sin la tensión del levantamiento de pesas tradicional.
Todos estos beneficios hacen del ejercicio acuático una opción efectiva para la recuperación de lesiones deportivas, y un entrenamiento general que mejora la fuerza, la aptitud cardiovascular y la flexibilidad.
5 Puntos Clave Antes de Empezar en la Piscina
Si está considerando iniciar una rutina acuática (siempre consulte a su equipo de atención médica antes), aquí tiene cinco aspectos importantes que debe saber:
- Es muy versátil: El ejercicio acuático va desde lo más básico, como caminar dentro del agua, hasta actividades de mayor intensidad como la carrera en aguas profundas (aquarunning) o el aeróbic acuático. Los ejercicios de resistencia pueden intensificarse aumentando la velocidad o utilizando accesorios como mancuernas de espuma o bandas elásticas.
- No necesita saber nadar: La natación básica es recomendable por seguridad, pero el ejercicio acuático no requiere saber nadar. Muchos movimientos solo necesitan que la persona pueda estar de pie en la parte poco profunda de la piscina.
- La temperatura del agua es importante:
- Aguas frescas (27-31 °C): Ideales para entrenamientos de mayor intensidad o para personas propensas al sobrecalentamiento (embarazadas, obesidad).
- Aguas más cálidas (29-33 °C): Más indicadas para personas con artritis, fibromialgia o dolor crónico.
- Conozca sus Límites: Como el ejercicio resulta más fácil en el agua, puede ser tentador tolerar sesiones más largas o intensas, lo que aumenta el riesgo de sobrecarga o fatiga. Es posible que se sienta más cansado de lo esperado después de la sesión.
- Considere las Clases Grupales: Las clases colectivas son una excelente manera de socializar, encontrar apoyo y mantener la motivación y constancia. Además, suelen estar dirigidas por instructores que pueden proponer adaptaciones específicas para cada participante.
Material para intensificar su entrenamiento
Para potenciar su entrenamiento acuático y aumentar la resistencia, puede utilizar:
- Mancuernas de espuma: Proporcionan resistencia gracias a la flotación.
- Pesas acuáticas: Colocadas en tobillos o puños para aumentar la resistencia en brazos y piernas.
- Cinturón de flotación: Ayuda a mantener la cabeza fuera del agua en la parte profunda, permitiendo realizar ejercicios de manos libres como correr o levantar pesas.
Al eliminar el dolor y el miedo a las caídas, muchas personas disfrutan más del ejercicio en el agua que en tierra firme, lo que las anima a practicar con más regularidad.






