SANTO DOMINGO, REPÚBLICA DOMINICANA. – Para numerosos residentes del Gran Santo Domingo, el acceso a un servicio de agua potable constante se ha vuelto una quimera. Diversos barrios enfrentan los rigores de una escasez de agua alarmante, obligando a las familias a buscar alternativas costosas como la compra de camiones cisterna o a depender de la intermitente distribución de la Corporación de Acueducto y Alcantarillado de Santo Domingo (CAASD).

Sectores como Las Caobas, El Café y Buenos Aires de Herrera, en Santo Domingo Oeste, al igual que Cristo Rey y Villa Mella, en otras demarcaciones, son testigos de un suministro errático que impacta directamente en su calidad de vida.

Frustración por suministro intermitente y débil

La exasperación es palpable entre los afectados. José Moreno, con más de dos décadas residiendo en Cristo Rey, explica que el agua, que supuestamente debería llegar los lunes y viernes, es una promesa incumplida. «Ya ha pasado más de medio día y no ha llegado», lamenta, recordando que el viernes anterior el suministro duró menos de una hora, sin darle tiempo siquiera a recolectar. En esos momentos, la solidaridad vecinal se convierte en la única fuente de ayuda.

En Las Caobas, Ariel Félix detalla la complejidad de compartir tuberías entre viviendas, lo que reduce drásticamente la presión del agua cuando llega. «Cuando viene es un ratico que no da tiempo de llenarse los tubos porque están vacíos, y a la casa ya no llega», explica. Para suplir la necesidad, su familia y otras se ven forzadas a reunir RD$1,000 para comprar un camión grande de agua. Félix expresa su frustración al ver a personas mayores cargando cubetas, reflejo de la deficiencia del servicio.

Quejas consistentes y llamado a la eficiencia de la CAASD

Las quejas se repiten en El Café de Herrera, donde los vecinos también reportan una dotación insuficiente, afectando tareas cotidianas y la higiene personal. Se han visto en la necesidad de presionar a la CAASD para que envíe camiones a sus hogares.

«El agua llega martes y sábados, a las 9:00 de la mañana, pero dura menos de una hora y se va. Eso no da tiempo de que podamos tomar un poco de agua, aunque sea para bañarnos ese día», comparte Juan Carlos, mientras esperaba con sus cubetas vacías.

Los residentes consultados coinciden en que la falta de eficiencia de la CAASD les obliga a buscar constantemente soluciones alternativas y costosas para acceder a un recurso tan esencial.