SANTO DOMINGO. En medio de las exigencias de la vida moderna, es común terminar el día con una sensación de agotamiento que ni el mejor café logra aliviar. Sin embargo, esta fatiga persistente no siempre se debe a grandes esfuerzos o problemas evidentes, sino a hábitos cotidianos que, repetidos sin conciencia, agotan la energía física y mental de forma silenciosa.
Expertos en salud y bienestar coinciden en que la rutina diaria puede ser tanto una fuente de vitalidad como un drenaje constante, dependiendo de cómo se administren las decisiones más simples: lo que se come, cómo se duerme, qué se consume en redes sociales y hasta el orden del espacio en el que se vive.
1. Lo que comes puede impulsarte… o agotarte
El cuerpo necesita combustible de calidad. Una alimentación basada en ultraprocesados, bebidas azucaradas y comidas rápidas genera picos de energía seguidos por caídas abruptas, lo que contribuye a la sensación de fatiga.
Además, la deshidratación leve, aunque común, reduce la capacidad de atención y el rendimiento físico. La recomendación básica: hidratarse con agua regularmente y optar por comidas balanceadas ricas en proteínas, vegetales y carbohidratos complejos.
2. Sedentarismo: el enemigo silencioso de tu ánimo y tu salud
Pasar horas sentado frente a una computadora o sin movimiento repercute directamente en los niveles de energía. La falta de actividad física disminuye la circulación, afecta el estado de ánimo y limita la producción de neurotransmisores como la dopamina y la serotonina, claves en la regulación emocional.
Pequeños cambios, como caminar 10 minutos, hacer estiramientos o subir escaleras, activan el cuerpo y mejoran la calidad del sueño.
3. El desorden también cansa
Un entorno caótico sobreestimula los sentidos y consume energía mental. El desorden visual, los ruidos molestos, los olores intensos o una iluminación deficiente generan una sensación de fatiga constante que muchas veces se pasa por alto.
Crear un ambiente limpio, ventilado y ordenado favorece la concentración y reduce el estrés.
4. Las pantallas también cobran factura
El uso excesivo de dispositivos electrónicos expone al cerebro a una sobrecarga sensorial y a la luz azul, que inhibe la producción de melatonina, hormona responsable del sueño.
Reducir el tiempo frente a pantallas, especialmente antes de dormir, ayuda a preservar los ritmos naturales del cuerpo y mejorar el descanso nocturno.
5. Dormir poco o mal: el origen de la fatiga constante
Dormir es un proceso reparador esencial. Cuando se interrumpe o se vuelve irregular, el cuerpo no se recupera adecuadamente, lo que afecta la memoria, la atención, el sistema inmune y el equilibrio emocional.
Establecer rutinas de sueño, evitar siestas largas y limitar la exposición a luz artificial antes de acostarse puede transformar la calidad del descanso.
La mente también se agota: decisiones sociales y emocionales que restan energía
No solo el cuerpo se cansa. La energía mental también se ve afectada por hábitos comunes que, aunque parecen inofensivos, reducen la concentración y el bienestar emocional.
- Procrastinar es agotador
Posponer tareas pequeñas aumenta la ansiedad y la carga mental. Resolverlas en el momento libera espacio mental y proporciona una sensación de control.
- El contenido que consumes importa
Estar expuesto a noticias negativas, conflictos en redes o contenido dramático genera un estado de alerta constante. Filtrar lo que se consume y elegir contenidos inspiradores contribuye al equilibrio emocional.