Santo Domingo, R.D. – La dieta típica del dominicano, basada en productos locales como arroz, plátano, habichuelas, carnes y tubérculos, refleja una herencia cultural rica en sabores taínos, españoles y africanos. Sin embargo, su composición actual no es del todo equilibrada, según advierte el nutriólogo clínico Rubén Rodríguez.
“Es abundante en carbohidratos y frituras, con proteínas moderadas y baja en frutas, vegetales y fibra”, explicó el especialista con base en Santiago.
Rodríguez sostiene que, aunque platos como “la bandera” (arroz, habichuelas y carne) pueden ser saludables, es fundamental controlar las porciones y enriquecer el plato con legumbres variadas, carnes magras, arroz integral y ensaladas coloridas.
Asimismo, recomendó aprovechar la cercanía al mar e incluir más pescado en la dieta diaria, debido a sus beneficios cardiovasculares y su riqueza en ácidos grasos omega-3.

Frituras, embutidos y exceso de aceite
Empanadas, tostones, salami y huevos fritos son parte del menú cotidiano en muchas mesas dominicanas. No obstante, Rodríguez advierte que el consumo frecuente de frituras aumenta el riesgo de enfermedades cardiovasculares, obesidad y problemas digestivos.
“Las frituras deben reservarse para ocasiones puntuales. Reutilizar aceite a altas temperaturas genera grasas trans nocivas”, advirtió, recordando que el 65 % de la población dominicana presenta sobrepeso u obesidad.
También señaló que embutidos como salami y jamón son productos ultraprocesados, con alto contenido de sodio, grasas saturadas y aditivos. Su consumo debe ser ocasional y, preferiblemente, optar por opciones sin glutamato monosódico ni gluten.
Alternativas saludables y balance energético
El nutriólogo recomienda inclinarse por proteínas más naturales y ligeras, como pollo sin piel, pavo, lomo de cerdo magro y pescados como sardinas o arenques. Las carnes rojas deben limitarse por su vínculo con el aumento de radicales libres y enfermedades cardiovasculares.
Respecto a los acompañamientos tradicionales, como la yuca y la batata, Rodríguez las considera valiosas fuentes de energía, ricas en fibra, antioxidantes y vitaminas, aunque deben consumirse con moderación y combinadas con proteínas y vegetales para evitar desequilibrios glucémicos.
Déficits nutricionales y cambios culturales
Pese a la diversidad de alimentos disponibles en el país, Rodríguez alertó sobre deficiencias frecuentes de hierro, vitamina D y complejo B, especialmente en mujeres en edad fértil y personas con dietas poco variadas. Esto se puede corregir con educación nutricional, una dieta equilibrada y suplementación bajo supervisión profesional.
Por otro lado, advirtió que la comida rápida y procesada ha desplazado las preparaciones caseras, especialmente entre jóvenes, fomentando el consumo excesivo de azúcares, sodio y grasas saturadas.
“No está prohibido darse un gusto ocasional, pero debe hacerse con conciencia y dentro de un estilo de vida saludable”, insistió.
También subrayó la importancia de la hidratación, recomendando al menos dos litros de agua al día como parte de una rutina saludable.
“La gastronomía dominicana es culturalmente valiosa y sabrosa. El reto está en adaptarla a una visión más saludable sin perder su esencia. La clave es educar a la población para tomar decisiones conscientes, respetando nuestras raíces, pero cuidando nuestra salud”, concluyó Rodríguez.