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La crisis electoral de 1986 y la frase que marcó la historia

Las elecciones de 1986 en la República Dominicana fueron escenario de uno de los momentos más dramáticos y polémicos en la historia electoral del país. En medio de una tensa disputa sobre la validez de los votos nulos, la crisis llegó a un punto álgido en el Centro de Cómputos de la Junta Central Electoral (JCE), cuando el entonces cardenal Nicolás de Jesús López Rodríguez pronunció la icónica frase: “¡Debajo de esta sotana hay un hombre!”

El conflicto surgió cuando la JCE emitió una Resolución que anulaba todas las papeletas con más de un rayado, aunque fuese por el mismo candidato, lo que generó un impasse entre los partidos. El empresario Abraham “Chichí” Selman Hasbún, delegado del candidato Jacobo Majluta, sostenía que dicha Resolución había quedado sin efecto por otra emitida la tarde antes de la votación. Sin embargo, la falta de liderazgo en la JCE—cuyo presidente, Caonabo Fernández Naranjo, había abandonado su puesto en plena crisis—dejó la situación en un limbo, dando pie a enfrentamientos verbales intensos.

En medio de la acalorada discusión, el cardenal López Rodríguez, quien encabezaba la “Comisión de Notables” encargada de mediar en la crisis, perdió la paciencia y lanzó su famosa declaración a Selman. Aunque muchos han atribuido el enfrentamiento al dirigente perredeísta Tomás Hernández Alberto, lo cierto es que la discusión fue con Selman, lo que ha llevado a una persistente distorsión de los hechos a lo largo de los años.

El desenlace de la crisis electoral determinó el rumbo de la política dominicana. Si los votos anulados hubieran sido validados, Jacobo Majluta habría ganado las elecciones con más de 50 mil sufragios de ventaja. En cambio, con la anulación de estos votos, Joaquín Balaguer se impuso por 28 mil votos, consolidando su retorno al poder.

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Semanas después, cuando la tensión había bajado, una cena organizada por José Miguel Bonetti reunió a los protagonistas de aquel momento. En un gesto de reconciliación, el cardenal y Selman se encontraron en privado, aclararon sus diferencias y se ofrecieron disculpas mutuas. Desde entonces, sostuvieron una relación de respeto y amistad.

A 27 años de aquel episodio, la célebre frase del cardenal sigue generando debate y siendo citada fuera de su contexto original. Sin embargo, lo que permanece indiscutible es que aquella crisis electoral de 1986 fue un punto de inflexión en la historia democrática de la República Dominicana.

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