La esperada llamada telefónica entre el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, y su homólogo ruso, Vladimir Putin, terminó con resultados ambiguos y sin un avance concreto hacia la paz en Ucrania.
Según el Kremlin, Putin aceptó suspender los ataques contra la infraestructura energética ucraniana por 30 días, pero condicionó cualquier negociación de paz al cese total de la ayuda militar y de inteligencia de EE. UU. a Ucrania. Sin embargo, no hubo acuerdo sobre la supervisión de un alto el fuego general.
En un intento por suavizar la conversación, Putin anunció un nuevo intercambio de 175 prisioneros y la liberación de 23 soldados ucranianos gravemente heridos. Ambos líderes también discutieron la normalización de relaciones bilaterales y cooperación económica, e incluso acordaron organizar partidos de hockey sobre hielo entre equipos rusos y estadounidenses.
Analistas consideran que la llamada fue más un “juego diplomático” de Putin que un esfuerzo real por la paz. “Putin ofrece compromisos mínimos y pospone decisiones clave, mientras refuerza la imagen de su relación especial con Trump”, señala el politólogo Mijaíl Komin.
Mientras tanto, expertos advierten que Washington podría reducir su apoyo militar a Ucrania y presionar a Europa para asumir un rol más activo. Sin embargo, sin un cambio significativo en la postura rusa, las perspectivas de un alto el fuego siguen siendo inciertas.