SANTO DOMINGO. – Son guías, mentores, cuidadores emocionales y, a menudo, también una red de contención social para sus alumnos. Sin embargo, detrás del compromiso y la entrega diaria del cuerpo docente se esconde una crisis creciente y poco visibilizada: el agotamiento emocional y el deterioro de la salud mental de los maestros.
Este fenómeno, ampliamente documentado en países con sistemas educativos exigentes, comienza a evidenciarse con fuerza en contextos como el dominicano, donde la labor del maestro ha ido acumulando cargas y exigencias que muchas veces sobrepasan sus capacidades humanas y profesionales.
Una carga que no cesa
Las jornadas extensas, la presión por cumplir objetivos académicos, el exceso de burocracia, el manejo de aulas numerosas, la escasez de recursos, los conflictos con familias y la reciente adaptación a la enseñanza virtual han intensificado el estrés crónico entre los educadores.
Estas condiciones propician el desarrollo del llamado «síndrome de burnout» o agotamiento profesional, caracterizado por agotamiento emocional, despersonalización (una actitud distante hacia los alumnos) y sensación de baja realización personal.
El impacto no se limita al docente: la calidad del ambiente educativo, el aprendizaje y el desarrollo socioemocional del estudiantado también se ven afectados. Un maestro emocionalmente desgastado puede mostrar menos empatía, perder la paciencia con mayor facilidad y reducir su capacidad de motivar a los alumnos.
Factores estructurales y una expectativa desmedida
Aunque puede haber factores personales en juego, el problema es, en esencia, estructural. La sobrecarga administrativa, la falta de apoyo institucional, los bajos salarios y la ausencia de reconocimiento profesional agravan la situación.
Además, persiste una expectativa social irreal que concibe al maestro como un «héroe infalible», responsable de resolver todo tipo de carencias sin fallar ni manifestar cansancio. Esta visión idealizada termina por invisibilizar sus necesidades emocionales y aumentar su sensación de aislamiento.
¿Cómo revertir esta tendencia?
Expertos en salud mental y educación coinciden en que se requiere una respuesta integral, con acciones concretas desde el Estado, las escuelas y la sociedad civil:
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Reducir la carga administrativa, liberando tiempo para la planificación pedagógica.
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Incluir programas de autocuidado emocional y gestión del estrés en la formación docente.
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Garantizar acceso a servicios de apoyo psicológico, con acompañamiento profesional dentro o fuera de los centros escolares.
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Valorar la labor docente con mejoras salariales, respeto por sus tiempos de descanso y campañas que dignifiquen su rol social.