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La verdad sobre los hisopos de algodón y la limpieza de oídos

A continuación, te explicamos por qué es mejor repensar su uso y descubrir en qué realmente pueden ser útiles.

Si bien muchos confían en ellos para limpiar el interior de las orejas, este no solo no es su uso adecuado, sino que también puede resultar peligroso para la salud auditiva. A continuación, te explicamos por qué es mejor repensar su uso y descubrir en qué realmente pueden ser útiles.

Los hisopos: ¿qué función cumplen realmente?

Aunque ahora los relacionamos inevitablemente con el cuidado personal, los bastoncillos de algodón no fueron creados para la higiene auditiva. Su propósito original era mucho más amplio y práctico. En 1923, un estadounidense los inventó inspirado por su esposa, que colocaba algodón en la punta de un palillo para limpiar rincones difíciles de alcanzar. Este diseño fue pensado para labores domésticas, como limpiar rejillas de ventilación o espacios pequeños entre teclas.

Con el tiempo, comenzaron a comercializarse bajo el nombre «cotón-tige» (o «Q-Tips» en inglés) y aunque su funcionalidad se diversificó, nunca estuvieron diseñados para penetrar en el canal auditivo.

¿Por qué no debes introducirlos en tus orejas?

Es tentador usarlos después de una ducha o cuando sentimos «suciedad» acumulada, pero los expertos advierten constantemente sobre sus riesgos. Introducir un bastoncillo en el canal auditivo puede llevar a varias complicaciones:

  • Formación de tapones de cerumen: al empujar el cerumen hacia el fondo, compactamos la cera y bloqueamos el canal.
  • Microtraumatismos: el roce con la delicada piel del canal puede ocasionar pequeñas heridas, que muchas veces pasan desapercibidas.
  • Infecciones: la ausencia de cerumen deja la mucosa del oído vulnerable ante bacterias.
  • Daño al tímpano: en casos extremos, un uso incorrecto del bastoncillo puede perforar el tímpano, causando sangrado y pérdida temporal de la audición.

Según especialistas, el oído humano está diseñado para autolimpiarse de manera natural, mediante un movimiento constante desde el fondo hacia la entrada del canal, el cerumen es expulsado de forma progresiva.

¿Cómo deberías limpiar tus oídos?

Lo recomendable, según médicos y farmacéuticos, es dejar que el agua haga su trabajo. Durante la ducha, el agua tibia puede ayudar a ablandar el cerumen. Solo es necesario limpiar la parte externa del oído —aquella que podemos ver fácilmente— con agua y, si lo prefieres, un poco de jabón. Recuerda aclarar bien y secarlo suavemente con una toalla.

Al margen de esto, si sientes molestias recurrentes por acumulación de cera o tienes tapones, lo mejor es consultar a un especialista en otorrinolaringología. Evita «soluciones caseras» que puedan empeorar la situación.

Puedes leer ¿Qué tan limpio es el aire que respiras en casa?

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