El 11 de septiembre de 2001, una mañana que parecía común, se convirtió en uno de los días más oscuros de la historia moderna. A las 8:46 a.m., un avión Boeing 767 de American Airlines, secuestrado por terroristas yihadistas, impactó la Torre Norte del World Trade Center en Nueva York. Minutos después, a las 9:02, otro avión se estrellaba contra la Torre Sur. Ambos edificios colapsaron, sepultando bajo sus escombros a miles de personas.
Este ataque no solo dejó alrededor de 3,000 muertos, incluidos 25 dominicanos, sino que también cambió para siempre la política global, la seguridad internacional y la percepción del terrorismo. La confusión y el miedo inicial se convirtieron rápidamente en una comprensión dolorosa: Estados Unidos estaba bajo ataque.
La tragedia no se limitó a las Torres Gemelas. Otros dos aviones fueron secuestrados: uno impactó el Pentágono y otro se estrelló en Pensilvania tras la heroica resistencia de los pasajeros. Este último evitó un posible ataque a otro símbolo de poder estadounidense.
La respuesta inmediata fue devastadora en términos económicos y emocionales. Los mercados mundiales sufrieron fuertes caídas y el miedo se apoderó de las principales ciudades del mundo. Las repercusiones sociales y políticas, incluidas las guerras en Afganistán e Irak, se sintieron durante décadas.
Hoy, el lugar donde se erigían las torres alberga el Memorial y Museo del 11 de Septiembre, un espacio para honrar a las víctimas y recordar los eventos de aquel día. Cada 11 de septiembre, familiares y turistas visitan el sitio, en un intento de procesar un dolor que aún sigue vivo.