La escuela tiene 12 años en construcción y los estudiantes reciben docencias en pedazos de bloques, sillas plásticas y latas de pintura.
“Estoy estudiando aquí por falta de cupos, pero no recibo clases”, comenta un estudiante vestido con el informe escolar: camiseta azul y pantalón caqui, al referirse a una escuela pública que tiene 12 años en construcción, situada en el sector Valle Encantado, municipio Los Alcarrizos.
Allí, dentro de un salón, sin energía eléctrica, ni ventilación y pizarra, decenas de estudiantes —todos menores de edad, entre niños y niñas— reciben clases ‘improvisadas’ sentados en pedazos de bloques de hormigón, sillas plásticas, latas de pintura, así como en cubetas grandes o guacales.
Durante las horas de docencia informal, muchos de ellos toman apuntes de matemáticas o gramática en sus cuadernos, utilizando sus piernas como apoyo para escribir. Sin la ayuda de recursos pedagógicos o educativos, dos profesoras, una de ellas estudiante universitaria, hacen lo que está a su alcance para impartirles las clases, pero no es tarea fácil.
Es un día soleado del lunes 16. Las agujas del reloj o la hora digital del teléfono marcan las 9:40 de la mañana. Otro grupo de alumnos juega y corre sin parar por encima del piso de tierra con gravilla en el interior del plantel, que cuenta con dos edificios de lado y lado y un pequeño pabellón.
Además de las paredes en concreto, ya atrincheradas, como medida de seguridad, una puerta construida con hojas de zinc es la que asegura la entrada principal.
El tiempo pasa y los estudiantes más adultos deciden irse de la escuela. No saben qué hacer. “Vengo a perder el tiempo”, dice el alumno, de 14 años, que conversó con LISTÍN DIARIO. De momento, el centro educativo carece de un cuerpo docente y administrativo, ya que aún no ha sido inaugurado.
Al igual que este joven, quien prefirió guardar su identidad, hay otros más que se quedaron sin cupo en otras de las escuelas cercanas a Valle Encantado, debido a la sobrepoblación y a la falta de más instituciones educativas.
Es el caso del Liceo María Teresa Quidiello, un centro que, según su directora, Evelyn Urbáez, es el único que imparte educación secundaria (desde primero hasta sexto de bachiller), para unos 18 barrios.
“Nosotros tenemos las aulas sobrepobladas. Todas”, apunta Urbaez en una entrevista con este diario desde su oficina. El liceo se construyó para albergar 640 estudiantes; sin embargo, para este año escolar, que comenzó el 28 de agosto pasado, registra 875, de acuerdo con la directora, que, además, agrega: “El problema es, que es el único liceo entre Los Alcarrizos y Manoguayabo (sector en Santo Domingo Oeste)”.
A pocos metros de distancia de este plantel, se encuentra la escuela básica ‘Nuestra Señora de las Mercedes’, otro centro que también ha alcanzado el límite de alumnos.
“Tenemos una matrícula de 840 niños”, indica Darleny Montero, directora de la escuela.
Aparte de la incertidumbre de la comunidad de Valle Encantado con la falta de cupos y escuelas, hay otra debilidad que ha atentado contra la tranquilidad del sector: la presencia de presuntos pandilleros que ya han sembrado el terror, según han denunciado algunos comunitarios y autoridades educativas.
“Estamos presos en nuestra propia casa. Esto es increíble aquí. Es insoportable. No sabes que hacer”, implora Jorge Medina a este diario desde la sala de su casa.
En las afueras de la escuela en construcción, Anulfo Montes de Oca Pérez, señala que la delincuencia “está arropando” a Valle Encantado: “Nosotros estamos sentados aquí y es arriesgando la vida. Por aquí está muy caliente”.
Pérez comenta que hace una semana un grupo de malhechores atracó y mató a un muchacho, casi cerca de donde él se encontraba. Añade que los atracos ocurren “a todas horas: en la mañana, la tarde, al mediodía…, a cualquier hora”.
Aunque agentes de la Policía Nacional patrullan la zona, la realidad es que la vigilancia ha sido mínima con relación a la ola de delincuencia que desde hace un tiempo ha sufrido el sector, según declaraciones de vecinos.
La directora del Liceo María Teresa Quidiello también se ha referido a este flagelo, al afirmar que Valle Encantado es “tierra de nadie”. “Hay mucho atraco, mucha delincuencia”, subraya.
— ¿Eso afecta el ambiente escolar?
— “Eso afecta la seguridad hasta que ellos (los estudiantes) llegan (al recinto), porque aquí adentro es seguro, pero el miedo está cuando ellos salen”,
—responde la directora.