Por: Henry Dominguez
Hoy en día, parece que todos somos influencers. Las redes sociales están llenas de personas con millones de seguidores, pero ¿realmente tienen influencia? En un mundo donde la fama parece medirse por la cantidad de likes y seguidores, es fácil confundir la visibilidad con el verdadero impacto. Pero la influencia genuina no tiene nada que ver con los números. Se trata de cómo transformas las vidas de los demás, de cómo dejas una huella que perdura más allá de lo superficial.
En los negocios, muchos líderes caen en la tentación de crear una imagen pulida y llamativa, sin generar un cambio real. Este tipo de influencia puede ser ruidosa, pero rara vez es significativa. La verdadera influencia, la que realmente importa, se construye sobre la confianza, el compromiso y la capacidad de mejorar las condiciones de las personas.
Veamos a Howard Schultz, el ex-CEO de Starbucks, entendió que ser influyente no solo se trata de construir una marca poderosa, sino de hacer el bien mientras se hace negocio. Cuando Starbucks comenzó a crecer, Schultz decidió ir más allá de las ganancias y priorizó el bienestar de sus empleados. Introdujo beneficios de salud para los trabajadores a medio tiempo, algo que parecía impensable en una industria como la de los restaurantes. Esta decisión no solo cambió la vida de miles de personas, sino que también sentó un precedente en el mundo corporativo sobre la importancia de cuidar a quienes hacen posible el éxito de una empresa.
Schultz también fue pionero en iniciativas para asegurar que el café de Starbucks provenga de cultivos responsables, impulsando el comercio justo. Estas decisiones no solo mejoraron la empresa, sino que transformaron vidas y contribuyeron a un cambio global hacia prácticas más sostenibles y éticas. Su influencia fue un ejemplo claro de cómo la autenticidad y el compromiso real tienen más poder que cualquier número de seguidores en redes sociales.