Por: Osvaldo Reyes
Como cada diciembre, el esperado “doble sueldo” llegó a alegrar los bolsillos de millones de dominicanos. Este extra, que representa un alivio para muchas familias, también trajo consigo un interesante dilema: ¿cómo manejarlo de manera responsable?
Para muchos, incluyéndome, el doble sueldo es una oportunidad para cumplir compromisos, darse un gusto y, si es posible, ahorrar. Este año decidí abordarlo con un enfoque equilibrado, escuchando tanto a mi “ángel financiero” como a mi “demonio comprador”.
La voz del ángel: ahorro e inversión
La primera mitad de mi doble sueldo fue dirigida hacia lo que podría llamar una “inversión en mi futuro”. Separé un porcentaje para mi fondo de emergencia, un hábito que he intentado cultivar este año. Además, aproveché una oferta para abrir un pequeño certificado de depósito, que me asegura intereses a mediano plazo. Esta decisión me dio una sensación de tranquilidad y seguridad.
La tentación del demonio: compras y celebraciones
No puedo negar que también me dejé llevar un poco por el espíritu de la temporada. Con la otra mitad del doble sueldo, compré regalos para mi familia y reservé un pequeño presupuesto para una cena especial navideña. También invertí en algunos arreglos para mi hogar, algo que llevaba tiempo postergando. ¡El placer de compartir y disfrutar fue completamente satisfactorio!
El doble sueldo me enseñó una valiosa lección: el equilibrio es la clave. Es posible planificar el futuro mientras se disfruta del presente. Separar los recursos para prioridades importantes no significa renunciar a pequeños placeres, y viceversa.
Como dominicanos, el doble sueldo no solo es una oportunidad económica, sino también un momento para reflexionar sobre nuestras metas financieras y personales. Este diciembre, tanto mi ángel como mi demonio quedaron satisfechos, y yo cerré el año con un balance positivo.