Por Isaura Estévez
SANTO DOMINGO ESTE.- En 2016, Dío Astacio y Manuel Jiménez decidieron hacer una huelga de hambre en repudio al supuesto fraude cometido por Alfredo Martínez (El Cañero) en las elecciones municipales de ese año.
Tras varios días de protesta, Jiménez fue sacado famélico en ambulancia e internado en una sala de cuidados intensivos, mientras que el pastor salió desaliñado, con barba y con aproximadamente tres libras de sobrepeso.
En este sentido, Astacio fue más inteligente, ya que manejó la huelga únicamente de manera mediática, mientras que Manuel cometió el error de poner en riesgo su vida, lo que le dejó secuelas de salud que en cualquier momento pueden pasarle factura.
Una madrugada llegué con dolor a la maternidad, y lo primero que vi fue al diputado Manuel Jiménez, que andaba llevando una sangre de tipo escaso para una mujer que iban a operar de vida o muerte. Casi al amanecer me quitaron el dolor, y cuando me iba, vi que Manuel aún se encontraba en el hospital esperando para ver cómo había salido la mujer de la operación.
Mi madre me dijo: “Ese diputado sí es tacaño; cualquier otro le hubiera regalado 500 pesos a la familia de esa mujer cuando le pidieron la sangre”. Yo le respondí a mi mamá que la sangre era más importante, pero ella me aclaró que la gente prefiere algo de dinero a que le resuelvan el problema.
Hoy, la mujer sigue viva y en buena salud. Tal vez, si Manuel hubiera dado los 500 pesos, en lugar de enfrentarse a la lucha por la sangre, la mujer habría muerto; pero hoy no tendría la fama de tacaño.
Otro hecho que consolidó la imagen de Manuel como tacaño fue que, siendo diputado, visitó a un militante peledeísta que vivía en una casita en malas condiciones.
En otra ocasión, un vecino carpintero le pidió a Manuel que colaborara con tres mil pesos para cambiarle alguna hoja de zinc a la casa, y Manuel dijo que no. En todo Katanga se regó la versión de que Manuel era muy tacaño.
Cuando pasaron las elecciones, Manuel Jiménez desbarató la casa y, tres meses después, entregó una hermosa vivienda de concreto, totalmente amueblada, decorada con cuadros de los mejores artistas dominicanos. El vecino que había criticado a Manuel comentó esa noche: “Ese diputado es tan tacaño que, por no darme tres mil pesos, prefirió gastar casi un millón en construirla”.
Después de las elecciones de 2006, el gobierno le entregó un apartamento a Manuel Jiménez, y él se lo regaló a una madre sin vivienda, la cual tenía un niño con necesidades especiales. Meses después, Manuel fue criticado duramente por tacaño; no le perdonaron que le hubiera entregado el apartamento sin amueblar a la dama.
La generosidad de Dío Astacio
Dío Astacio es conocido como un hombre generoso, y lo demostró cuando estaba en el gobierno como enlace del Poder Ejecutivo con la comunidad cristiana y como director del Consejo de Gestión Presidencial.
Si algún periodista o pastor quería una Biblia, le regalaba una que costaba más de cinco mil pesos, pagada, obviamente, con fondos públicos. Nunca regaló una Biblia barata; con esta labor, al mismo tiempo que obsequiaba una Biblia lujosa, también realizaba una obra de caridad millonaria al suplidor de la Biblia.
Como alcalde, en los primeros 100 días ha mostrado ser un hombre generoso con sus amigos. Repartió millones a periodistas amigos y compañías de redes sociales para que resaltaran su imagen.
En estos cien días ha demostrado que es un hombre indulgente en el manejo de los fondos públicos y no un austero como Manuel Jiménez.
En términos de estrategia política, Manuel tiene más experiencia, ya que logró ser elegido diputado tres veces al menor costo y se coronó alcalde antes que Dioris Anselmo.
Sin embargo, Astacio, como vendedor de su marca política, es más decidido que Manuel y, además, el pastor, como hombre inteligente y pragmático, no tiene límites éticos para lograr su objetivo.
Como servidor público, Manuel Jiménez sentó las bases para convertir el Consejo Nacional de Cultura en lo que hoy es el Ministerio de Cultura. Luego, como diputado, fue autor de medio centenar de iniciativas legislativas, aunque cometió errores garrafales al oponerse al contrato con Barrick Gold y la destrucción de Loma Miranda por parte de Falcondo. Estos conflictos con multinacionales le cerraron puertas económicas de gran importancia para su futuro.
En cambio, Dío Astacio, como funcionario del gobierno, se destacó por su fuerte niveles de amistad con el ex director del PROPEP.
Dío Astacio es un político pragmático que no se busca pleitos con sectores de poder y mientras se hace llamar pastor evangélico puede, al mismo tiempo, usar la alcaldía para rendirle homenaje a DJ Adonis que es un gran promotor del consumo de alcohol y del ruidos, cuyas principales frases son: “Cuando su opinión sepa a romo la tomaremos en cuenta”, “Atención vecino si le molesta la bulla, múdese del barrio”.
Como alcalde, Manuel Jiménez encontró un ayuntamiento sin un solo peso en medio de la pandemia. Al final de su mandato, lo dejó totalmente equipado con camiones recolectores de basura, camionetas y otros vehículos, con más de 90 millones de pesos en el banco y una estructura recaudatoria que había multiplicado su eficiencia en más de un 400%. Sin embargo, tuvo una pésima relación con los regidores de su partido y una relación poco favorable con la dirigencia de su organización política.
Manuel Jiménez es, posiblemente, el alcalde que en los últimos 20 años ha nombrado a más militantes de su partido. Sin embargo, esto en lugar de beneficiarlo, le perjudicó, ya que en muchos casos estuvo trabajando con el enemigo.
Dío, quien recibió un ayuntamiento rico, con más de 90 millones en el banco y equipado con maquinarias y camiones, mantiene buenas relaciones con los altos dirigentes del partido. A pesar de que se ha dedicado a cancelar perremeístas, con los regidores tiene una relación más que familiar; en lugar de fiscalizadores, parecen socios privilegiados.
Manuel, al parecer, no conocía la psicología de los dirigentes del PRM de Santo Domingo Este. Por ejemplo, en 2020, un veterano ex legislador denunciaba constantemente al alcalde por no nombrar perremeístas. Sin embargo, el alcalde no entendió que a ese ex congresista posiblemente no le interesaba que le nombraran sus cuadros en el ayuntamiento, ya que él tenía relaciones para colocar a sus seguidores en otras instituciones que pagaban más. En realidad, ese dirigente quería hacer negocios lucrativos con el ayuntamiento. Jiménez, con una alta torpeza política, ni siquiera pensó que tal vez el ex legislador necesitaba realizar algún negocio lícito y honesto con el ayuntamiento, que tal vez le permitiera alquilar camiones u otros servicios, consiguiendo así varios millones para su patrimonio familiar.
Dicen que “entre bombero no se pisan la manguera” y Manuel se la pisó a un ex alcalde. En lugar de ponerse a pagar deudas viejas y rebajar presupuesto, debió repartir el pastel del presupuesto municipal, con la dirigencia del PRM en Santo Domingo Este. ¿O acaso él no sabía que repartir el pastel era hacer el negocio con la cúpula del ayuntamiento?
Como alcalde, Manuel Jiménez tuvo funcionarios eficientes en áreas como parques, recaudación, ingeniería, obras, deportes, cultura, desarrollo comunitario, eficiencia administrativa y en planos de seguridad. También mejoró las condiciones de los empleados.
Sin embargo, es justo reconocer que la dirección de aseo fue muy deficiente, ya que, a pesar de los muchos equipos y el apoyo recibido del alcalde, reprobó en esa asignatura.
Dío Astacio tiene un funcionario de alta calidad en la secretaría general que maneja con sabiduría, inteligencia emocional y agudeza política para resolver los temas que afectan al alcalde.
El segundo punto fuerte de Astacio es que la actual dirección técnica se maneja mejor que y más coordinada que la anterior, igualmente sabe actuar como las mujeres haraganas que esconden la basura y en este caso la esconde en furgones que hacen más daños a la salud y el medio ambiente, sin embargo logra crear una ilusión óptica, porque sólo se ve la basura que sobrepasan la capacidad del contenedor.
En los aspectos personales y sociales, Manuel Jiménez comete el error de intentar usar la política al servicio de la gente, y cree erróneamente en temas pasados de moda, como izar la bandera todos los días o rendir homenaje a Peña Gómez, quien no es un referente para los nuevos perremeístas. Ni siquiera los hijos varones de Peña Gómez mantienen los ideales de ese extinto líder.
Manuel cometía el error de llegar todos los días a las 7:55 de la mañana y trabajar supervisando obras hasta muy entrada la noche, trabajar los fines de semana y no llevar fotógrafo y camarógrafo fuera de horario.
Astacio, en cambio, sabe utilizar la política de manera excelente como medio de ascenso social y emplea su cargo para promover su figura. Además, tiene la habilidad de trabajar menos horas y sacar mayor provecho mediático.
Si un día sale tarde de un negocio privado o de alguna tertulia nocturna muy personal, Astacio pasa por algún sitio de la ciudad y su equipo le graba un video con el casco de ingeniero en la cabeza simulando que hasta esa hora estaba trabajando.
Ambos son dos líderes diferentes: Uno se quedó atrapado en un pasado inútil, capaz de inmolarse por seguir en la esclavitud de la verdad, mientras que el otro es conocedor del nuevo mercado electoral, donde la libertad de mentir sin sonrojo es el camino más rápido hacia el triunfo y la prosperidad.