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Cibao Atlántico: ¡La vida misma! El Nuevo Mundo de los inversionistas

Por Yanitzia Canetti

Cuando pensamos en los paraísos tropicales de México, nos vienen a la mente Cancún y Acapulco. Cuando soñamos con vacaciones cálidas en Estados Unidos, soñamos con las cálidas playas de la Florida. Cuando pensamos en el Caribe, emergen algunas islas como Aruba o las Bahamas. Y de República Dominicana, nuestra mirada se gira de inmediato hacia Punta Cana, Samaná o Puerto Plata. Pero, ¿qué tienen en común todos estos emblemáticos lugares turísticos de las Américas? ¡Están saturados de turistas! Y quienes sueñan con tener aquí su casita de vacaciones o inversión inmobiliaria, descubren con desencanto que «no todo lo que brilla es oro». Los terrenos en estas áreas turísticas están sobrevalorados y cualquier inversión inmobiliaria avanza en cámara lenta o se detiene.

Sin embargo, poseer un rincón del paraíso sí es posible. Existe una región en la República Dominicana que es un verdadero tesoro a la vista y que ha comenzado a despertar el ávido apetito de quienes desean invertir en bienes raíces o en la infraestructura turística inteligente y sostenible de estos tiempos. Es la zona conocida como Cibao Atlántico, el litoral norte dominicano que va desde Maimón, Puerto Plata hasta Montecristi. Esas fértiles tierras de montañas y valles que besan el mar son hoy lo que alguna vez fue Miami o Punta Cana: terrenos casi inhabitados con playas y paisajes de ensueño.

Playas para todos los gustos

Aunque Punta Cana es famosa por sus playas de arena blanca y aguas cristalinas, Cibao Atlántico ofrece una variedad de playas únicas, sin rival en el mundo. En otras palabras, si «para gustos se han hecho los colores», para playas se ha hecho Cibao Atlántico. ¿Te gustan las aguas mansas, cristalinas y poco profundas? Allí las tienes, como playa Ensenada. ¿Prefieres olas rebeldes para aventurarte en deportes extremos? Allí las tienes, como playa Buen Hombre. ¿Te gustaría conocer cuántos azules posee el mar? Allí están todos, en especial en las aguas de Montecristi. ¿Quieres playas silenciosas donde apenas ha llegado el eco humano? ¡Están en Cibao Atlántico, en La Isabela o Estero Hondo!

El clima: «cuando calienta el sol aquí en la playa»

A diferencia de Punta Cana, que es conocida por su clima caluroso y su sol impenitente, Cibao Atlántico ofrece una variedad de microclimas debido a su diversidad geográfica, que favorece una amplia gama de actividades al aire libre, desde senderismo en las montañas hasta windsurf. ¡No se pasa calor cuando la brisa es fresca y constante!

Lo que el viento no se llevó

Aunque el Caribe es una zona azotada por huracanes, Cibao Atlántico cuenta con una coraza natural que la ha protegido de la devastación. La topografía del terreno montañoso (la cordillera central y septentrional) y la barrera de manglares de las zonas costeras logran amainar el ímpetu de las tormentas tropicales. De ahí que muchas embarcaciones de varias islas caribeñas busquen refugio en la bahía de Luperón durante la temporada ciclónica.

¡Un lugar con energía!

Cibao Atlántico es también una región privilegiada en recursos naturales. No solo es posible, sino rentable, el desarrollo turístico con el uso de energías renovables: solar, hidráulica, eólica, geotérmica, biomasa, mareomotriz, undimotriz, etc. Hay vientos fuertes que mueven molinos, movimiento dramático de olas y mareas, ríos, embalses, humedales y aguas subterráneas, biomasa proveniente de la industria agrícola y ganadera y una biodiversidad arrolladora que alimenta la vida en todo su esplendor. No es casualidad que muchos mamíferos marinos hayan elegido esta región para prevalecer, como es el caso de los manatíes de Estero Hondo, una reserva científica que atesora muchas de las especies endémicas del país y cuatro tipos de manglares únicos en el mundo.

Primer encuentro entre el Viejo y el Nuevo Mundo

La Isabela Histórica fue el primer asentamiento europeo en América, ¡y se encuentra en Cibao Atlántico! Los visitantes pueden explorar su parque histórico y arqueológico, en cuyo museo se hallan numerosos artefactos de las poblaciones taínas y de los primeros colonos. También pueden observar, a través de un laberinto de senderos que los guían hacia una rica vegetación o hacia playas deshabitadas, las ruinas de aquellas primeras casas, así como el primer cementerio donde descansan los restos de los españoles que se aventuraron a vivir en un continente desconocido para ellos, y que fueron sepultados a la usanza cristiana, y los restos de los taínos oriundos de estas tierras, sepultados a la usanza aborigen, en forma fetal; creían que así volverían a nacer. Al ser un terreno poco explorado, los antropólogos y arqueólogos del mundo estarían aquí a gusto, hallando verdaderos tesoros precolombinos.

Los primeros llegan más lejos

Cibao Atlántico está experimentando un rápido crecimiento y desarrollo. Los gobiernos locales y el gobierno nacional han puesto finalmente su mirada en esta región olvidada del país y se han percatado de que podría convertirse en el polo turístico más importante de la República Dominicana y en un referente turístico mundial, no solo por todas las bondades que posee y que están a la vista de todos, sino porque allí se encuentra un punto de interés notable: La Isabela Histórica, donde comenzó la historia de todas las historias americanas que sucedieron tras ese primer asentamiento en 1493.

Aunque los historiadores creen que tal vez los vikingos llegaron a las costas del noreste americano (hoy Canadá y Estados Unidos), no consta que hayan decidido asentarse como sí lo hicieron los españoles. De ahí que siga siendo La Isabela el sitio más emblemático para contar la historia de ese primer encuentro entre los aborígenes taínos que habitaban las islas caribeñas y los intrépidos navegantes europeos que, deseando hallar una ruta hacia Las Indias, llegaron a un mundo deslumbrante y nuevo para ellos.

Rafael Danilo Guzmán, presidente del Grupo Empresarial Cibao Atlántico, es hoy quien más comprometido está con impulsar el desarrollo integral de esta prodigiosa zona del Caribe. Guzmán ha asegurado que se están realizando esfuerzos para desarrollar toda la zona con el apoyo de muchas instituciones e inversionistas nacionales y extranjeros. Esto significa que «todos tienen hoy la oportunidad de participar en este crecimiento y beneficiarse de él», según ha expresado en varias ruedas de prensa. «Ser pionero en invertir en una zona tan rica tiene no solo ventajas financieras a corto y largo plazo, sino que es un acto de emprendimiento histórico del que las futuras generaciones podrán hablar sin duda alguna. Así ocurrió con los primeros que compraron tierras en Miami, por las que nadie apostaba porque eran pantanosas, y ya vemos hoy qué ciudad imponente es gracias a esos primeros visionarios, que por cierto, fue una mujer. Lo mismo pasará con esta zona, que cuenta con una situación geográfica única y sí es una tierra rica en recursos naturales».

«Para plantar bandera y poseer un trocito de esta tierra maravillosa solo hace falta visión y pasión», expresó el ingeniero industrial Rodolfo Cruz, coordinador operativo de Cibao Atlántico en República Dominicana. «Por ejemplo, Banreservas, primer banco dominicano con oficinas en Estados Unidos y España, ofrece apoyo y soluciones financieras a todos los inversionistas, dominicanos y de otras latitudes, que quieran contribuir al desarrollo de la región. Es un apoyo sin precedentes del que hoy todos pueden beneficiarse».

Tuve que viajar y constatar con mis propios ojos la inmensidad de posibilidades que brinda esta región del Caribe. Como escritora cubana, estadounidense, suiza y española, pero con un bagaje cultural que trasciende mi lugar de nacimiento o de residencia, siempre estoy ávida de experiencias y de explorar nuestro maravilloso planeta azul; he viajado por más de ciento cincuenta ciudades del mundo y confieso que en ninguna región hallé tanta paz ni sentí tan extensa la vida como en este remoto rincón caribeño. Al llegar a La Isabela y contemplar un enrojecido horizonte marino bajo una sinfonía de olas, mientras mis pulmones se llenaban con el aroma salobre del Caribe, lo primero que me vino a la mente fue: «El paraíso sí existe».

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