En una capilla católica de Suiza, un avatar de «Jesús» recibió durante dos meses las confesiones y preguntas de los visitantes sobre temas de fe, moralidad y problemas contemporáneos.
El experimento, llevado a cabo a través del arte y la tecnología, incluyó una pantalla de computadora colocada en un confesionario, donde el “Jesús” digital ofreció respuestas basadas en las Escrituras.
El asistente teológico de la capilla explicó que el objetivo era reflexionar sobre el impacto creciente de la inteligencia artificial en la vida cotidiana, incluyendo el ámbito espiritual, y evaluar los límites de la confianza que las personas están dispuestas a depositar en una máquina.
El proyecto abre el debate sobre la interacción entre tecnología y espiritualidad, planteando preguntas como: ¿es posible encontrar consuelo en un ente digital? ¿Qué tan ético es reemplazar la interacción humana en espacios tradicionalmente íntimos como un confesionario?