Ciudad del Vaticano.-En este Viernes Santo, las catorce estaciones del Vía Crucis en el Coliseo se convierten en un diálogo cara a cara con Jesús. Las meditaciones escritas por el Papa Francisco nos invitan a reflexionar sobre los sufrimientos de Cristo camino del Gólgota, los encuentros a lo largo de la Vía Dolorosa y la mirada amorosa de María.
Un silencio fecundo:
El Papa Francisco introduce el Vía Crucis destacando el silencio de Jesús ante el falso proceso que le condena. Un silencio que es oración, mansedumbre, perdón y la vía para redimir el mal. Un silencio que nos invita a detenernos, escuchar a Dios y dejar actuar su Palabra.
La cruz como símbolo de nuestras propias cargas:
La segunda estación nos recuerda las penas, el dolor, las decepciones y las cruces que todos llevamos. Jesús nos invita a acercarnos a Él para que nos dé descanso, pero muchas veces nos hundimos en el victimismo. Sin embargo, Él sale a nuestro encuentro para quitarnos la carga.
El amor como fuerza para levantarse:
Jesús cae por tercera estación, pero se levanta de nuevo. El amor es el resorte que le impulsa hacia adelante, porque el que ama no se queda derrumbado, sino que vuelve a empezar.
María, Madre de la humanidad:
En la cuarta estación, el Papa Francisco nos presenta a María como el último don de Jesús antes de morir. Un encuentro que evoca cuidado y ternura, y que nos impulsa a dirigirnos a ella como Madre para custodiar la gracia, recordar el perdón y las maravillas de Dios.
La necesidad de ayuda y la importancia de la oración:
El Cirineo, que ayuda a Jesús a llevar la cruz, nos recuerda la necesidad de pedir ayuda y la importancia de la oración. Jesús, que está acostumbrado a abandonarse en la oración, no desdeña la ayuda del Cirineo.
La compasión frente al juicio:
En la sexta estación, la Verónica nos muestra el valor de la compasión frente al juicio y la condena. Jesús busca corazones sensibles a su sufrimiento y a su dolor.
Caer y levantarse de nuevo:
Jesús cae por segunda vez en la séptima estación. Esta imagen nos recuerda que todos podemos caer, pero también que podemos levantarnos con la ayuda de Dios.
Reconocer la grandeza de las mujeres:
En la octava estación, el Papa Francisco nos invita a reconocer la grandeza de las mujeres que fueron fieles a Jesús y que siguen siendo descartadas y sufren violencia en la actualidad.
Contemplar a Dios en el sufrimiento:
La novena estación nos invita a contemplar a Dios hecho hombre en el sufrimiento, en los humillados por la prepotencia y la injusticia.
El perdón como valor fundamental:
En la décima estación, Jesús nos enseña el valor del perdón al perdonar a los que le crucifican.
Clamar en las tormentas de la vida:
En la undécima estación, el Papa Francisco nos invita a clamar en las tormentas de la vida, en vez de callar y aguantar.
La cruz como símbolo del amor:
En la duodécima estación, el ladrón que se confía a Cristo nos muestra cómo la cruz, emblema del tormento, se convierte en icono del amor.
María, símbolo de la fe:
En la decimotercera estación, María, que acoge a Jesús muerto en sus brazos, nos ayuda a decir sí a Dios y a creer que el dolor, atravesado por el amor, da frutos de salvación.
Dar para recibir:
En la última estación, José de Arimatea, que custodia el cuerpo de Jesús para darle digna sepultura, nos muestra que el amor no queda sin respuesta, que dar es recibir y que la vida se encuentra cuando se pierde.
Las meditaciones del Papa Francisco para el Vía Crucis 2024 nos ofrecen una profunda reflexión sobre el amor, el perdón, la compasión y la esperanza. Un camino de oración que nos invita a acompañar a Jesús en su camino al Calvario y a descubrir la fuerza del amor que vence a la muerte.