Washington.- Nadie duda que las elecciones del próximo domingo 4 de febrero en El Salvador van a darle la victoria nuevamente al presidente Nayib Bukele. Tampoco que su partido, Nuevas Ideas, volverá a tener mayorías en el Congreso. Pero a juzgar por las encuestas, algunos analistas incluso se animan a marcarel fuerte riesgo de que el país se transforme en un sistema de partido hegemónico, con una oposición reducida a la mínima expresión.
“Las encuestas son claras en indicar un modelo de partido hegemónico. La oposición quedará muy debilitada y es posible que muchos partidos pequeños desaparezcan”, dijo el investigador Oscar Picardo Joao, director del Instituto de Ciencia, Tecnología e Innovación de la Universidad Francisco Gavidia, durante un evento organizado por el Centro de Estudios Estratégicos e Internacionales (CSIS, por sus siglas en inglés), un think tank con sede en Washington.
Según las últimas encuestas publicadas en El Salvador, Bukele tiene una intención de voto de entre el 70,9% y el 81,9 por ciento. Uno de esos sondeos, el del consorcio de organizaciones denominado “Observa El Salvador 2024″, proyecta que Nuevas Ideas tendrá 57 de los 60 diputados.
Los partidos que aspiran a tener al menos una presencia muy reducida en el Congreso son la Alianza Republicana Nacionalista (Arena) y el Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional (FMLN). Los que posiblemente desaparezcan y no cuenten con representación parlamentaria serán los partidos Vamos, Nuestro Tiempo, el Partido de Concertación Nacional (PCN), Fuerza Solidaria y el Partido Demócrata Cristiano (PDC), dijo Picardo en base a las encuestas.
Del evento organizado por el centro de pensamiento de Washington también participaron los salvadoreños Máximo Zaldívar, director regional para América Latina y el Caribe de la Fundación Internacional para Sistemas Electorales y Leonor Arteaga, directora de programas en la Fundación para el Debido Proceso Legal.
Si bien la Consitutución de El Salvador prohíbe a texto expreso la reelección presidencial, luego de ganar las elecciones de mitad de período que renovaron el Congreso y le otorgaron una super mayoría al partido de Bukele, el oficialismo sustituyó a los magistrados de la Sala Constitucional que luego reinterpretaron la Carta Magna para habilitar la reelección.
El presidente, que por la campaña electoral pidió licencia de seis meses, tiene altos índices de popularidad dado que con su política de mano dura ante las maras logró reducir drásticamente los índices de criminalidad y mejorar la seguridad pública, aunque limitando derechos y con un régimen de excepción que está cerca de cumplir dos años.
Las limitaciones a la oposición
Zaldívar recordó cómo, al filo del plazo constitucional previsto para hacer cambios electorales, el Congreso dominado por Bukele redujo el número de municipios y la cantidad de bancas legislativas. Disminuyó de 262 a 44 las alcaldìas, lo que reduce las posibilidades de muchos opositores de mantener el poder local.
Además se quitaron 24 bancas del Congreso, por lo que habrá solo 60 legisladores. Estos cambios, a juicio del experto, “son un claro desprecio a los acuerdos de paz de 1992, que es lo más cercano a un pacto social en El Salvador”. Pero más allá de eso, Zaldívar al igual que los expertos independientes, considera que limitan aún más las posibilidades de la oposición de llegar a puestos a nivel local o en el Congreso.
“Detrás de todos estos cambios parece que hay un propósito político bien estructurado. Ahora bien, no iré tan lejos como para decir que el resultado de las elecciones estará influído por ello, pero ciertamente sí harán que sea más difícil para una oposición política ya disminuida, alcanzar un puesto electo”, dijo Zaldívar.
El sistema electoral en El Salvador exige que los partidos tengan un mínimo de votos para no perder su registro. Además, los cambios hacen que sea más dificil para un partido chico llegar al Congreso, porque favorece a las coaliciones o los partidos grandes al momento de repartir los escaños.
Las causas de la caída opositora
Para Picardo, además de los cambios de estructura, la reducción del espacio no oficialista se dará en parte porque “la oposición no resolvió el problema del pasado, no se preparó para el nuevo escenario, no logró caracterizar a su oponente y no tienen donantes ni recursos”.
Al igual que Zaldívar, Picardo considera que con la reforma electoral que hizo el gobierno y la nueva forma de organización territorial, Bukele terminó armando una estructura que “concentra más el poder” en sus manos y la de su partido Nuevas Ideas.
Otro factor, a criterio de Picardo que incide en esa reducción de la oposición a la mínima expresión es la fuerte propaganda oficial. “La industria de la propaganda gubernamental es impresionante tanto a nivel nacional como internacional. Las redes sociales de Bukele amplifican y magnifican todo. Las asimetrías son increíblemente altas entre la oposición y el oficialismo”, agregó el investigador.
Los límites al espacio público
Arteaga, por su parte, advirtió que en un segundo gobierno de Bukele probablemente “habrá más ataques a la sociedad civil, a los medios independientes y a todo aquel que critique o piense diferente a lo que hace el gobierno”.
Arteaga identificó al menos cinco tácticas desplegadas por Bukele para “cerrar el espacio cívico”: la declaración de estados de excepción; el discurso oficial que estigmatiza como “enemigos” a defensores de derechos humanos y periodistas; el acoso selectivo a medios independientes; la reserva y manipulación interesada de información pública; y la aplicación de controles excesivos sobre medios de comunicación y organizaciones de la sociedad civil.
Según la directora de programas de la Fundación para el Debido Proceso, esta escalada autoritaria “plantea muchos desafíos para las organizaciones de la sociedad civil en El Salvador”.