Tokio.–Un terremoto de magnitud 7,5 en la península de Noto, Japón, desató un destructivo tsunami que ha dejado a muchas comunidades rurales en ruinas. A pesar de conocer los protocolos de evacuación, casi cien residentes en una aldea lograron escapar a tiempo.
En Shiromaru, los estragos del tsunami son evidentes: escombros de madera, metal y plástico cubren las calles, y las autoridades locales están lidiando con la falta de recursos y ayuda. El balance actual reporta 126 muertos y cerca de 200 desaparecidos, mientras más de 30,000 personas se refugian en albergues.
La limpieza de los escombros está siendo realizada principalmente por los residentes locales, con escasa asistencia de las autoridades sobrepasadas por la magnitud de la devastación. Takushi Sakashita, residente de la zona, denuncia la falta de equipos y alimentos sustanciales y destaca la escasez de combustible.
Aunque Shiromaru sigue siendo accesible por carretera, muchas comunidades permanecen aisladas debido a deslizamientos de tierra. Decenas de miles de residentes se enfrentan a la falta de electricidad y agua corriente, mientras que las dificultades para mover los escombros mantienen bloqueadas las vías principales.
Los afectados, como Yukio Teraoka y su esposa, enfrentan un futuro incierto. «Tendremos que permanecer en un refugio durante unos tres meses. Luego, durante dos o tres años, viviremos en residencias temporales, porque toda la prefectura de Ishikawa se vio afectada por el desastre», afirma Teraoka.
A pesar de la tragedia, la comunidad rural de Shiromaru demuestra resiliencia mientras intenta reconstruirse tras el impacto del tsunami provocado por el terremoto de Año Nuevo.