Santo Domingo. – En el marco del Día Internacional del Migrante, la situación migratoria entre República Dominicana y Haití cobra relevancia. Haití, inmerso en una crisis política y social crónica desde hace décadas, enfrenta niveles alarmantes de pobreza y violencia, lo que ha llevado a miles de haitianos a abandonar su país en busca de mejores condiciones de vida, siendo República Dominicana uno de los destinos principales.
Se estima que más de 1 millón de haitianos residen en territorio dominicano, muchos de ellos en situación irregular. Según el abogado y especialista en derecho constitucional Luis Yépez Suncar, este fenómeno ha creado tensiones sociales y económicas significativas. “La República Dominicana tiene un hermano siamés del cual no puede desprenderse porque comparten una isla. Sin embargo, siendo Haití un país tan pobre y ahora dominado por bandas criminales, el flujo migratorio no cesa. Esto ha llevado a una cantidad extraordinaria de haitianos indocumentados ilegales en el país”, explicó.
En respuesta a esta realidad, el presidente Luis Abinader ha adoptado una política de deportaciones masivas dirigida a migrantes en situación irregular. “El que está de manera regular en el país no tiene ningún problema. El gran inconveniente es que muchos haitianos ni siquiera tienen documentación en su propio país, carecen de un registro civil”, añadió Yépez Suncar.
La política migratoria dominicana ha sido duramente criticada por organizaciones internacionales de derechos humanos, quienes la califican como «racista y xenófoba». Señalan que las deportaciones suelen realizarse sin garantías procesales y con numerosos abusos.
Sin embargo, no todo el panorama es negativo. La abogada migratoria Paola Corniel destaca que, en algunos casos, los haitianos reciben apoyo en áreas como la salud y el empleo. “Cuando las haitianas acuden a los hospitales para dar a luz, son atendidas y no se les rechaza en ese sentido. Además, en zonas como Cap Cana, es notable la cantidad de inmigrantes haitianos que trabajan tanto en los hoteles como en sus alrededores”, afirmó.
A pesar de estos ejemplos de integración, las tensiones entre dominicanos y migrantes haitianos se mantienen latentes, avivadas por sentimientos nacionalistas y el creciente desafío de gestionar un flujo migratorio constante en un país con recursos limitados.
