Cada 21 de noviembre se celebra el Día Mundial del Saludo, una fecha que nos invita a reflexionar sobre el poder de un gesto tan simple como saludar y su capacidad de generar un ambiente más inclusivo, ameno y positivo en cualquier entorno social.
La efeméride fue instaurada en 1973 por los hermanos estadounidenses Brian y Michael McCormack, en el contexto de la Guerra Fría. Su objetivo era promover la comunicación y el entendimiento como herramientas de reconciliación y paz, en respuesta a un periodo marcado por tensiones globales.
El saludo: un vínculo entre culturas
La palabra «saludo» proviene del latín salutare, relacionada con salus (salud), lo que resalta el deseo de bienestar hacia el otro. A lo largo de la historia y las culturas, este gesto ha adoptado formas diversas:
- Persas antiguos: Besos en la mejilla o en la boca, dependiendo del rango social.
- Romanos: Evitaban besos en público, por considerarlos inapropiados.
- Japoneses y chinos: Realizan inclinaciones sin contacto físico y evitan el contacto visual directo.
- Occidente: Predominan apretones de mano, abrazos y besos en la mejilla como gestos de cercanía.
En la antigüedad, apretar la mano era un símbolo de buena voluntad, una señal de que no se portaban armas.
Una celebración global
Actualmente, el Día Mundial del Saludo se conmemora en más de 180 países, destacando cómo los actos de cortesía y amabilidad trascienden culturas, idiomas y religiones. Este día nos recuerda que saludar no solo es una norma social, sino un gesto que fomenta la empatía y la conexión humana.