Una reciente investigación realizada por DW (Deutsche Welle), en colaboración con los medios Der Spiegel y ZDF, ha desvelado una red multimillonaria de tráfico de órganos que se extiende mucho más allá de las fronteras de Kenia, con graves consecuencias para los afectados.
La trama se centra en cómo la localidad de Doret, en Kenia, se ha convertido en un punto neurálgico internacional para el comercio ilegal de órganos. La investigación revela la desesperada situación de jóvenes como Amón, quien, desde Kenia, se vio obligado a vender su riñón para escapar de la pobreza, conectándose con compradores en Europa, como Sabine desde Alemania, quien adquirió un órgano para prolongar su vida.
Según la investigación, los receptores pagan aproximadamente 200.000 dólares por un riñón. Los donantes, en muchos casos, son traídos en avión desde países como Azerbaiyán, Kazajistán o Pakistán.
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La indagación periodística ha puesto en evidencia el modus operandi de esta red. Un antiguo empleado del Hospital Medihill en Kenia, un centro que supuestamente operaba bajo la apariencia de donaciones altruistas, reveló que la compraventa de órganos comenzó hace muchos años, inicialmente con donantes kenianos y receptores somalíes. Sin embargo, a partir de 2022, los receptores comenzaron a proceder de Israel, y desde el año pasado, también de Alemania.
La investigación destaca que, a pesar de que la ley keniana solo permite donaciones de órganos a familiares por razones puramente altruistas, esta red opera de manera ilícita, prometiendo a los receptores una tasa de éxito del 97% y trasplantes en tan solo 30 días, bajo la falsa premisa de que «todo se hace de acuerdo con la ley de donación de órganos».
La dificultad en la penalización de estos actos se debe a que el contrato prohíbe explícitamente la compraventa directa de órganos entre las partes. En su lugar, el dinero se canaliza a través de la «organización», el hospital y el médico, desvinculando legalmente al comprador y vendedor directos.
Esta compleja red de delincuencia organizada explota las necesidades económicas de los más vulnerables en un comercio que genera cifras multimillonarias.