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Junio de 1959: Cuando jóvenes audaces desafiaron la tiranía de Trujillo con un sueño de libertad

A 66 años, recordamos la valiente Expedición del 14 de Junio de 1959 en RD, un intento fallido pero inspirador de derrocar a Trujillo con el sacrificio de jóvenes patriotas.

REPÚBLICA DOMINICANA. – En un continente donde las dictaduras empezaban a tambalearse y el eco de la Revolución Cubana resonaba con fuerza, una chispa de esperanza se encendió para la República Dominicana. No fue solo un grupo de exiliados, fue una hermandad de idealistas y valientes, muchos de ellos jóvenes, que en 1959 decidieron no esperar más. Su objetivo: derrocar a Rafael Leónidas Trujillo, el «Chivo», y devolverle la democracia a su nación.

La forja de la expedición: Entrenamiento en Cuba y un sueño compartido

Motivados por un anhelo de justicia, unos 200 combatientes se unieron a esta causa. La mayoría eran dominicanos, sí, pero su espíritu trascendía fronteras: voluntarios de Venezuela, Cuba, Puerto Rico, Guatemala, Estados Unidos, España y Nicaragua se sumaron al llamado. Con el apoyo del entonces naciente gobierno de Fidel Castro, se entrenaron militarmente en Cuba, preparándose para lo impensable: una invasión armada a su propia tierra. No eran militares de carrera, eran hombres y mujeres armados con una convicción inquebrantable.

El día D: 14 de junio de 1959, la audacia que tocó tierra en Constanza

El plan era osado: un desembarco aéreo coordinado con llegadas marítimas. La primera fase se desató el domingo 14 de junio de 1959. Al caer la tarde, un avión de transporte Curtis C-46, ingeniosamente camuflado con insignias de la Fuerza Aérea Dominicana, irrumpió en el pequeño aeródromo de Constanza.

El destino original era San Juan de la Maguana, pero el clima dictó otra cosa, forzando un aterrizaje improvisado. De esa aeronave descendieron 54 expedicionarios, apenas tocando tierra cuando la sorpresa se rompió y fueron descubiertos. No hubo tiempo para la tregua; se enfrentaron a tiros con la guarnición militar. Lograron abatir a varios soldados, dispersar las fuerzas del régimen y, acto seguido, internarse en la indómita Cordillera Central. Se dividieron en dos grupos, uno liderado por el dominicano Enrique Jiménez Moya (34 hombres) y otro por el cubano Delio Gómez Ochoa (20 hombres), quien había peleado junto a Castro en la Sierra Maestra. Su objetivo era la guerrilla, la resistencia en las montañas.

La respuesta brutal de la tiranía y el legado inmortal

Sin embargo, la suerte no estuvo de su lado. Los desembarcos marítimos de refuerzos y pertrechos sufrieron retrasos logísticos cruciales. Mientras tanto, la dictadura de Trujillo, conocida por su brutalidad y eficacia represiva, reaccionó con una velocidad despiadada. El 15 de junio, apenas un día después, aviones de la Aviación Militar Dominicana ya bombardeaban sin piedad las zonas montañosas donde se presumía que se ocultaban los guerrilleros.

La Expedición de Constanza, Maimón y Estero Hondo, aunque militarmente fue un fracaso y terminó con la casi totalidad de sus participantes masacrados o capturados, no fue en vano. Su sacrificio encendió una llama. Demostró al pueblo dominicano y al mundo que la tiranía podía ser desafiada, que había hombres y mujeres dispuestos a darlo todo por la libertad. Se convirtió en un símbolo de resistencia, una inspiración para futuros movimientos que, años después, lograrían la caída del régimen de Trujillo.

Fue una gesta de una valentía inaudita, un capítulo doloroso pero heroico que aún resuena en la historia dominicana, recordándonos el precio y la inmensidad del sueño de vivir en libertad.

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